domingo, 13 de diciembre de 2009

ALAS PERUANAS, Y LA CORRUPCÍÓN BURGUESA DEL APRISMO



Fuente: La Mula

Hace 25 larguísimos años trabajo en el sistema de la universidad peruana. En 1984 empecé a ser asistente de cátedra de Jorge Cornejo Polar en la Universidad de Lima, en el curso de Literatura Latinoamericana. Recuerdo perfectamente que tuve entre mis alumnas a la ahora conocida periodista Jackie Fowks, a quien califiqué con 20 un trabajo sobre Vallejo (¡¡brillante!!); también recuerdo que jalé a un guapo jovencito y hoy conocido productor de TV en Miami por ponerme su número de teléfono en el examen con un escueto: ¡llámame!
He estado vinculada a la universidad toda mi vida, mi padre fue profesor universitario y yo visitaba junto con él las universidades de Lima y La Cantuta cuando aún estaba en el colegio. Siempre he amado los claustros, los jardines de bullicio y alumnos descansando, las aulas vacías y llenas. Incluso la he amado en sus peores épocas, durante los 80, cuando mi alma mater la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tenía todas las paredes pintarrajeadas de propaganda política o, peor aún, en los 90 cuando ya se encontraban limpias pero amenazadas por la presencia de los militares dentro del campus. No sé si será por un pánico a salir de sus claustros o por puro amor al conocimiento, pero tengo marcada en la frente esta idea: la universidad es una entrada a la libertad.
Por eso mismo el escándalo de la Universidad Alas Peruanas no me sorprende y sí me desalienta. Escribo este artículo luego de recorrer el stand de esta universidad en la Feria del Libro Ricardo Palma, y además de constatar que la mayoría de sus libros son de lujo y “tablebooks”, algunos bastante bien editados, puedo considerar que en realidad se trata de una producción para “figurar” más que para aportar al debate público, como es el caso de casi todas las otras universidades, incluyendo la tradicional San Marcos y sus producciones de la época de José Carlos Ballón, así como los bien cuidados libros de la Universidad Sedes Sapientiae. Si como reza el slogan sanmarquino “la universidad es lo que publica”, pues solo basta recorrer el stand de la feria para sospechar lo que hace tiempo sucede con Alas Peruanas.
Una universidad que funciona con una serie de acciones de amparo, que tiene un listado de procesos en el poder judicial cada cual más enrevesado que el otro, y no sabemos si da títulos a nombre de la nación o no, pero sí que reparte invitaciones para viajar a Francia o Finlandia tanto a magistrados como a congresistas, es una empresa que busca ganancias a toda costa, prebendas con el poder, y que no tiene ni como misión ni como visión una “educación de calidad”.
No sé si sea la universidad convertida en empresa lo que ha permitido esta debacle de la universidad en su conjunto. Alas Peruanas es la cereza del pastel. Debajo podemos encontrar otras tantas universidades que tienen como prioridad ir engañando muchachos haciéndoles creer que la educación puede ser un medio de movilidad social, de salida de la pobreza, de escape de la miseria, y que mientras más rápido entres a trabajar más rápido podrás ganar dinero, y si te dan un título convalidado en Estados Unidos, mejor porque te largas volando de este ruinoso país. ¿Quién ha sido el culpable de convertir a la universidad en este monstruo inmoral, apolítico y, sobre todo, estúpido? Eso es lo que representa el escándalo de Alas Peruanas: otra victoria de la estupidez humana.
Esta kolumna ha sido publicada el domingo 6 de diciembre de 2009 en La República. La caricatura es, como siempre, del genial Carlín quien recibió el miércoles 9 de diciembre el premio anual 2009 de la Coordinadora de Derechos Humanos.

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