domingo, 29 de noviembre de 2009
¿Trabajas como un esclavo? ¿gastas tu dinero en cuentas?, vuelvete un freegans
Fuente: Msn Latinoamerica
Si trabajas como un esclavo, gastas todo tu dinero pagando las cuentas y luego sientes que no eres dueño de tu vida, entonces esta historia es para ti. Un freegan es alguien que un día renunció a su empleo y dejó su casa para seguir una despreocupada vida sin obligaciones. Ya no trabaja, no es un indigente, tampoco un mendigo, sino alguien que vive de recolectar lo que otros desechan. Pero sobre todo quiere demostrarte que se puede ser muy pobre y feliz.
Nadie puede ser observador imparcial y sereno de la vida si no se coloca en la ventajosa posición de lo que podríamos llamar pobreza voluntaria.
Henry David Thoreau
Cuando parecía que las resistencias habían sido disueltas, cuando las glorias del mundo unificado se cantaban en los pasillos blanqueados de los malls, un hombre incómodo emergió desde el fondo más sucio y maloliente de la opulencia: era el lord anónimo de la basura, el emperador desarrapado y libre, el freegan1 con botas de plástico en busca de los tesoros perdidos en los detritos de la historia. ¿Un freegan? Sí, un hombre libre que ha quemado las naves y ha renunciado a su loft, su horario de oficina, su tarjeta de crédito y todos sus bienes de consumo, para comenzar a vivir de lo que encuentra recolectando en las calles.
Lo vi por primera vez en un documental de la cineasta belga Agnès Varda, LES GLANEURS ET LA GLANEUSE (Los espigadores y yo), un paseo poético (y también una denuncia) a través del universo de los recolectores de rastrojos, hombres y mujeres que se dedican al viejo arte de levantar residuos, esa materia abandonada. En el campo, los espigadores van detrás de los restos de arroz o soya, pero, en las ciudades, rastrean los cuadernos a medio usar, las sillas cojas, los cojines desplumados, todas esas cosas que han quedado al margen, arrinconadas en las aceras por desprecio o negligencia. Son objetos a medio camino entre el uso póstumo y el olvido, trastos inútiles que un día reciben la atención de los recolectores, una mirada capaz de insuflarle vida a todo aquello que parecía hasta entonces muerto. Arqueólogos de los suburbios, para ellos una licuadora vieja no es diferente de un ánfora babilónica, sólo que esta vez no irá a formar parte de los museos, sino de su pequeña mansión rupestre, donde los artefactos de la década pasada encuentran siempre un segundo aire.
1. La palabra freegan viene de la unión de las voces inglesas free (libre) y vegan (contracción de vegetarian). Siguiendo el ejemplo de los vegetarianos, los freegans renuncian al consumo de una serie de cosas en pro de una ética y un objetivo mayores. [Nota de los verificadores]
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